Eran bonitos días de invierno cuando trabajaba en aquel lugar del estado cuyo nombre no quiero recordar.
El jefe llama al teléfono enfadado y con prisa que no es usual:
– Iván?
– sí, diga?
– Ven a la puerta del primer piso inmediatamente!
– okey, voy para allá. Sigue leyendo